lunes, 24 de mayo de 2010

el porfiriato


En la Historia de México, se denomina Porfirismo o Porfiriato, al periodo de 30 años durante el cual gobernó el país el general Porfirio Díaz en forma intermitente desde 1876 (al término del gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada), con la interrupción del presidente Manuel González, quien gobernó de 1880 a 1884, hasta mayo de 1911, en que renunció a la presidencia por la fuerza de la Revolución mexicana encabezada por Madero, Francisco ,Emiliano Zapata y los hermanos Flores Magón. Fue un periodo de estabilidad y progreso económico en el país, pero también con severas desigualdades sociales que concluyó con un movimiento social que trastocó las estructuras sociales, políticas y económicas de México.
Presintiendo que el presidente Lerdo de Tejada intentaría reelegirse, Porfirio Díaz volvió a levantarse en armas. Formado en las Luchas por la Reforma y contra la intervención extranjera, Díaz gozaba de gran prestigio entre los militares y de renombre en los círculos políticos del país. Con el triunfo del Plan de Tuxtepec, el cual lo llevó a la Presidencia de México para gobernar el periodo que comprende de 1876 a 1911 con un breve intermedio durante el gobierno de Manuel González.
En los 31 años del Porfiriato se construyeron en México más de 19 000 kilómetros de vías férreas con la inversión extranjera; el país quedó comunicado por la red telegráfica; se realizaron inversiones de capital extranjero y se impulsó la industria nacional.
A partir de 1893 se sanearon las finanzas, se mejoró el crédito nacional y se alcanzó gran confianza en el exterior, y se organizó el sistema bancario, que se invalidó durante la década de 1940, en el gobierno de Lázaro Cárdenas del Río.
En este periodo se continuó el esfuerzo iniciado con Manuel González por superar la educación en todos sus niveles; hombres de la talla de Joaquín Baranda, Ezequiel Chávez, Enrique C. Rébsamen, Ignacio Manuel Altamirano y Justo Sierra Méndez le dieron lustre a este proceso que incluyó desde los jardines de niños hasta la educación superior, pasando por la formación de maestros.
Aunque Porfirio Díaz reiteraba que ya el país se encontraba listo para la democracia, realmente nunca quiso dejar el poder y en 1910, a la edad de 80 años, presentó su candidatura para una nueva reelección, la cual fue rechazada por el público obrero. Ante estos hechos, Francisco I. Madero convocó a la rebelión, la cual surgió el 20 de noviembre de ese año, y terminó con la entrada triunfal a la ciudad, derrotando al dictador.
Chihuahua fue el principal escenario de las derrotas porfiristas ya que Pancho Villa y Pascual Orozco conquistaron Ciudad Guerrero, Mal Paso, venció en la batalla de Casas Grandes, Chihuahua y la toma de Ciudad Juárez, por el Sur, Emiliano Zapata al frente de sus tropas campesinas, amagaban la capital y derrotaron en Cuautla el 5to. Regimiento de Oro (el mejor batallón del ejército federal) aunque irrelevantes en el plano militar, fueron las batallas que facilitaron el camino de los revolucionarios hacia la victoria contra la dictadura. Habiendo obtenido esos fracasos en el terreno militar y otros en el plano de las negociaciones, Díaz prefirió renunciar a la presidencia y abandonó el país en mayo de 1911.

El evidente progreso porfiriano recuperó un término perdido en los azarosos y desgarradores decenios del siglo XIX “modernidad”. Por primera vez en su historia independiente y a pesar de las contradicciones políticas y sociales internas, la república intentaba mostrarse ante el orbe como una nación civilizada y moderna.

Convencido de las bondades de la “civilización moderna”, el gobierno de Porfirio Díaz se dedicó afanosamente el reconocimiento internacional. No en términos políticos –ya contaba, formalmente, con los más importantes-, ni económicos –las inversiones fluían libremente en México-, sino también en términos morales. Era imprescindible ganar un espacio en el mundo, obtener un lugar que permitiera a la republica desasirse del termino de “bárbaro” –utilizado por las naciones europeas al referirse a México en el siglo XIX-. La “tierra prometida” no estaba dentro de los límites del país, estaba afuera, en el concierto de las “naciones civilizadas” y en sus grandes escenarios: las exposiciones universales.

Hacia finales del siglo XIX las exposiciones internacionales se convirtieron en el escaparate de la modernidad. El vertiginoso avance de la ciencia y la tecnología abrió los espacios por donde entraron la luz eléctrica, el teléfono, el fonógrafo, la bombilla, el acero y el hierro para las construcciones, el petróleo y la maquinaria perfeccionada capaz de realizar la producción en masa.

La primera participación oficial de México en una exposición internacional se verificó en Philadelphia 1876. Su actuación fue modesta. Pero en 1884 Don Porfirio regreso a la presidencia, la presencia mexicana en la exposición de Nueva Orleans fue notable. La nación comenzó a demostrar un rostro diferente del que se conoció durante todo el siglo XIX: el del progreso. Con un pabellón construido con hierro y acero, conocido como La Alambra Mexicana, el gobierno de México dejó entrever un país dotado de grandes recursos, como la plata y de materias primas, como el henequén. Se mostró además generosamente abierto a los inversionistas interesados en orientar sus capitales hacia la minería o la agricultura.

el porfiriato a mi parecer a sido uno de los mejores acontecimientos de Mèxico ya que en esta epoca se lograron grandes avances tecnologicos e industriales


fuente: es.wikipedia.org/wiki/Porfirismo

Martin Aram Santiago Mondragon

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